El periodo previo a 1939 en España estuvo marcado por profundas transformaciones sociales y políticas. La Guerra Civil supuso cuestionar todos los cimientos sobre los que estaba asentado el mundo: de la oligarquía se pasó a una burguesía reformista; la Dictadura de Primo de Rivera desembocó en la Segunda República. En el ámbito literario, convivieron el Novecentismo, el Vanguardismo y la Generación del 98.
La segunda década del siglo XX es considerada la Edad de Plata de la literatura castellana, y la Generación del 27 fue la principal impulsora de esta efervescencia. Destaca la labor de autores como Pedro Salinas, Vicente Aleixandre o Rafael Alberti, entre otros.
Corrientes Teatrales en la España Pre-Guerra Civil
El teatro en España de este periodo se puede dividir en dos grandes corrientes:
- El teatro de éxito o popular: Aquel que gustaba al gran público y que solo buscaba diversión, sin explorar vanguardias ni problemas existenciales.
- El teatro de minorías o renovador: Caracterizado por su experimentación y compromiso.
El Teatro de Éxito: Tradición y Entretenimiento
El teatro de éxito estuvo representado por autores como Jacinto Benavente, galardonado con el Premio Nobel (con obras como Los intereses creados), los hermanos Álvarez Quintero, Pedro Muñoz Seca o Carlos Arniches. En todos los casos, el conflicto narrado en la obra era simple, sin grandes complejidades ideológicas ni sentimentales; resultaba poco ofensivo y con un interés artístico moderado.
De Pedro Muñoz Seca, inventor del astracán, cabe destacar una obra de escaso valor literario pero gran popularidad: La venganza de Don Mendo. Por otro lado, Carlos Arniches recreaba en sus obras la exageración de los rasgos del madrileño, destacando su obra La señorita de Trévelez.
El Teatro de Minorías: Vanguardia y Compromiso
El teatro de minorías o renovador estuvo representado por autores de la talla de Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca. Se caracterizaban por ser muy vanguardistas y, a menudo, demasiado comprometidos para el gusto del público mayoritario de la época.
Además, no debe olvidarse la labor de otros intelectuales como Miguel de Unamuno o José Martínez Ruiz «Azorín». El primero creó un teatro denominado «desnudo», que reducía las obras a la esencia dramática; destaca su obra Fedra. El segundo, Azorín, creó un teatro denominado «antirrealista», un teatro de investigación experimental.
Grandes Figuras del Teatro Renovador
Ramón María del Valle-Inclán y el Esperpento
La obra dramática de Ramón María del Valle-Inclán se divide en dos grandes épocas:
- Época mítica: Destacan las Comedias Bárbaras (Águila de Blasón, Romance de lobos y Cara de Plata), ambientadas en una Galicia rural y con personajes marcados por la pasión. También sobresale Divinas palabras, donde un enano es expuesto por su familia en ferias hasta que un grupo de borrachos termina con su vida.
- El Esperpento: Esta segunda etapa se caracteriza por obras como Luces de Bohemia. El Esperpento busca exagerar los rasgos grotescos para mostrar las debilidades, contradicciones y la miseria de los seres humanos. Valle-Inclán buscaba una perspectiva que superara la risa y el dolor, e impidiera la identificación sentimental del público con la obra. El Esperpento supuso una renovación dramática fundamental, reflejando una actitud crítica y corrosiva de la realidad española.
Federico García Lorca: Poesía, Tradición y Experimentación
Federico García Lorca creó una obra dramática que desde el principio intentó ser innovadora. Existían dos elementos comunes en casi toda su producción: la poetización de los textos dramáticos y la búsqueda de un teatro total. A ello se suma su importante labor de difusión del teatro clásico con su compañía La Barraca.
Sus obras más importantes incluyen El maleficio de las mariposas, Mariana Pineda (próxima al drama histórico), sus dos farsas para actores (de corte modernista) como La zapatera prodigiosa y Don Perlimplín y Belisa en su jardín, así como sus farsas para guiñol.
Tras la publicación en 1929 de Poeta en Nueva York, Lorca escribió el llamado «teatro imposible»: Así que pasen cinco años (publicada póstumamente en 1975 y centrada en la insatisfacción del deseo) y El público (estrenada en 1989, de clave onírica, que aborda la creación dramática desde el punto de vista del director). Lorca se encaminó hacia un teatro total, que integrara la percepción sensorial: el texto, la música, la escenografía, etc.
En los últimos años de su vida, escribió sus grandes tragedias rurales, que son cumbres del teatro español del siglo XX: Bodas de Sangre, Yerma y La Casa de Bernarda Alba.
Bodas de Sangre
Bodas de Sangre se caracteriza por la fuerza del instinto y el deseo: una novia decide escaparse la noche de su boda con su auténtico amor, Leonardo. El carácter trágico se refleja en elementos como el destino o la premonición de la tragedia. Está llena de símbolos como el agua, las flores o el cuchillo.
Yerma
Yerma se revela como una fusión entre vanguardia y tradición. El tema principal es la esterilidad, aunque su condición no es física. Las causas están vinculadas al marido de la protagonista, Juan. La presión social es uno de los factores más importantes que oprimen a la protagonista.
La Casa de Bernarda Alba
La Casa de Bernarda Alba se centra en la represión y la tiranía. Bernarda decreta un luto riguroso en su casa tras varias muertes, imponiendo un ambiente asfixiante. En este ambiente opresivo, surge una trama amorosa que culmina con el suicidio de la hija menor, Adela, al creer que su madre había matado a su amante, Pepe el Romano.
Legado y Conclusión
Es difícil determinar hasta dónde podría haber llegado Federico García Lorca. Su trágica muerte, la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista fueron factores que contribuyeron a detener el proceso de renovación teatral, sumiendo al teatro español en años de pobreza creativa que, poco a poco, fueron superados.