Introducción al Fragmento y Contexto del Autor
El fragmento que se nos presenta pertenece a la obra de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba, un pasaje en el cual presenciamos el trágico desenlace de una obra marcada por la envidia, los celos y la libertad.
Federico García Lorca: Vida y Obra
Federico García Lorca nace en Fuente Vaqueros, Granada, en 1898, el mismo lugar en que, un mes después de comenzada la Guerra Civil Española, moriría asesinado. Aún no se saben bien las causas, aunque todo indica que los motivos fueron su condición de socialista y su homosexualidad. Estudió Derecho y Música.
En Andalucía se impregna de la literatura tradicional o popular. Su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid lo pone en contacto con autores junto a los que conformará la Generación del 27. Esta generación, que se formó a raíz de la celebración del tercer centenario de la muerte de Góngora, se caracterizó por realizar una original síntesis entre lo intelectual y lo sentimental, la inspiración y el trabajo, lo minoritario y lo mayoritario, lo universal y lo español, y lo culto y lo popular.
Asimismo, su viaje a Nueva York como becario lo marcará profundamente: tomará mayor conciencia de los sectores marginales u oprimidos tras sus vivencias con la población negra. Fundó la compañía de teatro universitario La Barraca, con la que recorrió España representando teatro clásico.
La personalidad de Lorca ofrece un doble rostro: de un lado, su vitalidad arrolladora; de otro, un íntimo malestar, un sentimiento de frustración, anuncio de su trágico destino. El destino trágico es el elemento que da unidad a su producción poética y teatral. Como dramaturgo, el autor sufrió una evolución desde las obras vanguardistas iniciales, las tragedias al modo clásico después y, finalmente, sus obras dramáticas, etapa esta última a la que pertenece La casa de Bernarda Alba. Entre sus obras más destacadas están el Romancero Gitano, que le dio proyección, y también el Soneto del amor oscuro, que fue su última obra.
Análisis del Fragmento Final
Nos hallamos ante el fragmento final del tercer y último acto, momento en el que la tensión dramática alcanza su punto más elevado. Pese a la brevedad del fragmento, en él confluyen todos los temas fundamentales de la obra:
- La falta de libertad y la sensación de asfixia que esto produce hacen que Martirio y Adela se enfrenten, pues ambas quieren lo mismo: salir del ambiente opresivo en que viven. Creen que esta salida se las puede ofrecer Pepe el Romano. Bernarda ya no puede negar la evidencia y dispara a Pepe; piensa que así restituirá el orden. Adela, creyéndolo muerto, se suicida.
- En el texto se pone de manifiesto la lucha entre contrarios: principio de autoridad vs. principio de libertad; deseo de libertad vs. autoritarismo; rebeldía frente a represión. Finalmente, la realidad se impone al deseo; lo social a lo individual; la tradición y honra social prevalecerán sobre los sentimientos.
El Espacio en la Obra
En cuanto al espacio en el que se desarrolla la obra, se puede distinguir entre: espacio externo (un pueblo andaluz) y espacio interno (la casa), dentro de la cual distinguimos las habitaciones y el establo, pues es aquí donde tienen lugar los hechos más importantes.
El Tiempo en la Obra
El tiempo es el elemento quizás más trabajado, puesto que el autor da a entender que la acción transcurre desde las doce del mediodía hasta la noche. Sin embargo, hay datos suficientes (supuesto embarazo de Adela, petición de mano, el ajuar de Angustias…) que nos hacen pensar que la acción ha durado días e incluso meses. La escena se desarrolla en la noche, es decir, en el momento más oscuro, teniendo en cuenta así las connotaciones negativas que esto implica.
Es significativo también el tiempo meteorológico, ya que la historia se desarrolla en verano, creándose así un ambiente aún más sofocante.
Finalmente, destacamos el tiempo dramático: por un lado, el tiempo general de la obra es lento, pero esta escena final, por el contrario, es rápida, ya que los sucesos negativos desencadenan la tragedia final rápidamente.
Personajes y sus Roles en la Escena Final
Con respecto a los personajes, lo más destacable es que la mujer es la protagonista principal. Esta representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista, una mujer marcada por un destino trágico. Pero no por ello hay feminismo, sino que la mujer es vista como símbolo de los marginados.
En esta escena final, el protagonismo es para Bernarda, Adela y Martirio. Adela es libre, Martirio una reprimida, y estas dos fuerzas se oponen.
- Adela manifiesta dos actos de rebeldía: no reconocer la autoridad de su madre (rompiendo el bastón de mando) y el suicidio.
- En cuanto a Martirio, no ve a Adela como una hermana, sino como una mujer rival.
- Bernarda es autoritaria, soberbia, intransigente y conservadora al asumir que la mujer debe estar sometida al hombre. La honra le impide mostrar sus sentimientos («Las lágrimas para cuando estés sola»). Pero también es una víctima.
Los demás personajes: La Poncia, Magdalena, Angustias y la Criada no tienen en esta escena mucho peso al no estar matizadas como personajes, salvo Angustias, que demuestra por primera vez cierto carácter ante la posibilidad de perder a Pepe el Romano. Pepe el Romano es el desencadenante del conflicto en esta escena final, aun no estando explícitamente presente; es el elemento liberador del mundo cerrado de la casa.
Estilo y Recursos Literarios
Esta escena en concreto es austera pero rotunda. Como el autor quiere dotar de realismo la ambientación rural, el lenguaje es más sencillo que en otras escenas y por ello usa oraciones cortas y tajantes («Nadie dirá nada», «¡A callar he dicho!»), pero ello no limita el lenguaje poético. Lo demuestra el uso de:
- Símiles («que el pecho se me rompa como una granada de amargura»)
- Hipérboles («una fuerza tan mala que a mí misma me ahoga»)
- Personificación («a la muerte hay que mirarla a la cara»)
A ello hay que añadir valores connotativos: «enaguas llenas de pajas», «iras corriendo por lo oscuro de las alamedas». La simbología también es importante en esta escena, por ejemplo, la del fuego («quemándome con sus dedos de lumbre», dice Adela para referirse a la pasión sexual).
Lorca usa un léxico propio de los campos semánticos de la agresión (rayo, martirio, escopeta, cuchillo, río de sangre), del sexo (virgen, doncella) y de las tradiciones regidas por la religión (perseguida, la casa de las mal nacidas, endemoniada).
El uso de pronombres personales y de determinantes posesivos enfatiza el enfrentamiento entre Adela y los demás: «el mérito que tú no tienes», «yo no permitiré», «nos enseñan», «en mí no manda nadie», «mi sangre».
Morfosintaxis y Verbosidad
Los verbos reflejan la acción presente en esta escena: «déjame», «no me abraces», «pasa», «se acabó», «descolgarla». Estos son predicativos por este motivo y están tanto en modo imperativo («avisad»), indicativo («se han levantado los vecinos») como subjuntivo («el momento de que yo hable»), describiendo lo ya ocurrido, lo presente y lo que puede o va a ocurrir (en esta escena se condensan muchos acontecimientos pese a su brevedad).
Los adjetivos especificativos tienen, en general, connotaciones negativas propias del drama que se desarrolla (ladrona, maldita, endemoniada, encabritado). Por lo que respecta a los sustantivos, en su mayoría concretos, ejemplifican lo que ocurre en la escena (hermana, techos, cama, jaca, campanas, luto).
Morfosintácticamente, destacan el uso de los imperativos («descolgarla», «llevadla») y de las oraciones exhortativas y exclamativas («¡Pasa si puedes!» o «¡Silencio!»), sirviendo así para reflejar el autoritarismo y enfatizar la tragedia.