El Siglo XV: Orígenes y Transición
En el siglo XV, destaca Jorge Manrique con sus «Coplas a la muerte de su padre», un poema elegíaco compuesto por 40 coplas de pie quebrado que reflexiona sobre la brevedad de la vida y la fugacidad del poder y la belleza, con un tema cristiano que contrapone la vida terrenal y la eterna. También en este siglo aparece La Celestina, de Fernando de Rojas, una tragicomedia de 21 actos que trata sobre el deseo, el engaño y la muerte, donde la vieja alcahueta Celestina manipula a los jóvenes y termina con un final trágico que lleva a la muerte de los protagonistas, seguido por una reflexión final sobre los deseos carnales y sus consecuencias.
El Siglo de Oro: Renacimiento y Barroco
El Renacimiento (Siglo XVI)
Durante el Siglo de Oro, en el Renacimiento (siglo XVI), Garcilaso de la Vega introduce la poesía italianizante en España con temas de amor idealizado, naturaleza y armonía clásica, utilizando endecasílabos y estructuras como sonetos, liras y silvas. Fray Luis de León ofrece una poesía ascética y moral que busca la paz espiritual a través del retiro y la virtud, mientras que Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz desarrollan la poesía mística enfocada en la unión del alma con Dios, con obras como la «Noche oscura del alma» y la «Llama de amor viva».
El Barroco (Siglo XVII)
En el Barroco (siglo XVII), destaca Luis de Góngora con el culteranismo, un estilo recargado y culto presente en obras como Las Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea, mientras que Francisco de Quevedo representa el conceptismo con agudeza, crítica social y sátira. En teatro, Lope de Vega renueva el género mezclando lo trágico y lo cómico y representando a todos los públicos. Calderón de la Barca escribe La vida es sueño, un drama filosófico sobre el libre albedrío y la realidad protagonizado por Segismundo, y Tirso de Molina crea El burlador de Sevilla, con Don Juan como símbolo del libertinaje y una crítica religiosa y moral.
La Literatura Picaresca
La literatura picaresca se representa con Lazarillo de Tormes (1554), obra anónima de estructura epistolar y forma autobiográfica en la que Lázaro cambia de amo constantemente para aprender a sobrevivir, mostrando una crítica social y religiosa con una visión realista y escéptica del mundo.
El Romanticismo (Siglo XIX)
En el Romanticismo (siglo XIX) predominan características como el individualismo, idealismo, rebeldía, nacionalismo y exotismo, abordando temas como el amor trágico, la muerte, el misterio, la naturaleza y la libertad. Entre sus autores más destacados están Gustavo Adolfo Bécquer con sus «Rimas y Leyendas» que exploran amor, tristeza, melancolía y misterio; Rosalía de Castro, poeta gallega que expresa tristeza, amor a la tierra y defensa de los oprimidos; y José de Espronceda con «El estudiante de Salamanca», una reinterpretación de Don Juan con un final trágico y atmósfera gótica.
Realismo y Naturalismo
El Realismo y Naturalismo se caracterizan por una descripción detallada y objetiva de la realidad, con narrador omnisciente y personajes comunes, además de una crítica social y moral. En esta corriente sobresalen Benito Pérez Galdós con obras como Doña Perfecta y Fortunata y Jacinta, que enfrentan modernidad y tradición y retratan la realidad social; Leopoldo Alas «Clarín» con La Regenta, que critica la hipocresía social de Vetusta a través de la figura de Ana Ozores; y Emilia Pardo Bazán con Los pazos de Ulloa, que muestra la decadencia rural gallega y los temas de opresión femenina y desigualdad.
El Modernismo (1880-1914)
El Modernismo (1880-1914) surge como rechazo del materialismo y realismo en busca de la belleza, el exotismo, la musicalidad y un léxico refinado con influencias del Romanticismo, Simbolismo y Parnasianismo. Su máximo representante es Rubén Darío, fundador del movimiento con obras como Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza; junto a Juan Ramón Jiménez, cuya poesía lírica refinada transcurre por tres etapas: sensitiva, intelectual y verdadera, y que fue galardonado con el Premio Nobel en 1956.
Generaciones del 98 y del 27
La Generación del 98
Las Generaciones del 98 y del 27 se caracterizan por un análisis profundo de España y un equilibrio entre tradición y vanguardia. La Generación del 98, influenciada por la crisis tras la pérdida del imperio, está representada por autores como Unamuno, Azorín y Antonio Machado; este último con obras como Soledades y Campos de Castilla que abordan el paisaje, el paso del tiempo y la crítica social.
La Generación del 27
La Generación del 27 mezcla lo culto y lo popular, usando metáforas complejas y destacando autores como Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Rafael Alberti y Miguel Hernández.
Las Vanguardias
Finalmente, las Vanguardias rompen con la tradición y proponen un arte intelectual y experimental, con temas como la contradicción, la máquina, la ciudad y la libertad creativa. Entre sus corrientes se encuentran el Futurismo, que exalta la máquina y lo moderno; el Cubismo con fragmentación y collage verbal; el Dadaísmo, que propone irracionalismo y humor absurdo; y el Surrealismo.