Contexto Histórico del Teatro Español (1936-1975)
Al terminar la Guerra Civil Española, el panorama teatral era desolador. Los autores más relevantes e innovadores habían muerto, como Valle-Inclán, Miguel de Unamuno y Lorca. Otros, como Max Aub, Alberti y Alejandro Casona, estaban en el exilio. La férrea censura dominaba en los primeros años de la Dictadura y, por lo tanto, las presiones ideológicas eran muchas, hasta tal punto que en múltiples ocasiones los propios autores se doblegaban a las exigencias de la ideología dominante y modificaban sus obras, evitando temas sensibles. Esta situación fue evolucionando durante la dictadura y cambió a partir de la muerte de Franco.
El Teatro Español por Décadas: Corrientes y Autores Clave
Década de 1940: Evasión y Humor
Durante la inmediata posguerra, el público demandaba un teatro sin grandes pretensiones y rechazaba las innovaciones formales. El régimen gubernamental utilizó el teatro para transmitir la ideología de los vencedores. Los empresarios teatrales no se arriesgaban y se limitaban a poner en escena las obras que satisfacían las exigencias del público. Entre todas las corrientes, debemos destacar:
Teatro Burgués
Son comedias de evasión con grandes dosis de humor, en la línea de las de Jacinto Benavente. Tienen como objetivo entretener al público y transmiten valores que elogian la virtud (los temas preferidos son: el matrimonio, el hogar, la familia).
- José María Pemán: El divino impaciente (1933), Cuando las Cortes de Cádiz (1934).
- Joaquín Calvo Sotelo: Plaza de Oriente (1947), La muralla (1954).
- Ignacio Luca de Tena: ¿Dónde vas Alfonso XII? (1957).
- José López Rubio: La otra orilla (1954).
Teatro Humorístico
Obras cómicas, de carácter inverosímil y absurdo. Autores de esta época son:
- Enrique Jardiel Poncela: Con gran influencia de la corriente europea del «teatro del absurdo», destacan Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936) y Eloísa está debajo de un almendro (1940).
- Miguel Mihura: Tres sombreros de copa (1932), estrenada veinte años después de haber sido escrita, y Maribel y la extraña familia (1959).
- Alfonso Paso: La boda de la chica (1960), Una bomba llamada Abelardo (1953).
- Los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín): Prolíficos autores con obras como El genio alegre (1906), Puebla de las mujeres (1912) o sus afamados Entremeses.
Décadas de 1950 y 1960: Teatro Existencialista y Social
A partir de 1955 surge una orientación hacia lo social o de «protesta y denuncia», sin abandonar otras tendencias.
Teatro Social Realista
Se analiza y denuncia la sociedad española con todas sus injusticias, mentiras y violencias. Los personajes están marcados por su condición de víctimas que sufren ante una sociedad que les priva de su libertad y derechos. Entre los autores se pueden destacar:
- Antonio Buero Vallejo: Historia de una escalera (1949), El concierto de San Ovidio (1962) o El tragaluz (1967).
- Alfonso Sastre: Escuadra hacia la muerte (1953), La taberna fantástica (1966), de tono esperpéntico.
- Lauro Olmo: La camisa (1962), La condecoración (1977).
- José Martín Recuerda: El teatrito de Don Ramón (1959).
- Carlos Muñiz: El grillo (1956), El precio de los sueños (1958).
- Rodríguez Méndez: Los inocentes de la Moncloa (1960), que constituyó un gran éxito en su época.
- Antonio Gala: Estrenó su primera comedia en 1963, Los verdes campos del Edén, y le seguirían otras que gozarían del favor del público, como Anillos para una dama (1973).
Década de 1970: Teatro Experimental
Las innovaciones europeas fueron llegando a España. Hacia 1970 se produce una renovación teatral basada en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. Casi se desdibuja la acción y se utilizan la alegoría, los símbolos y lo abstracto en escena. Son autores y grupos disconformes con el sistema que pretenden llevar su protesta a través del teatro. Se habla de «teatro soterrado», «teatro del silencio», «teatro underground» y «teatro vanguardista».
Dramaturgos de la talla de:
- José Ruibal: El hombre y la mosca (1968).
- Manuel Martínez Mediero: El convidado (1978), obra breve que forma parte de un conjunto más extenso.
- Francisco Nieva: El combate de Ópalos y Tasia (1953).
- La figura de Fernando Arrabal: Quien propuso una revolución total de la escena en la línea vanguardista. Creó su llamado teatro pánico, con rasgos del Surrealismo y del Esperpento de Valle-Inclán, que buscaba la provocación perturbadora del espectador. Entre sus obras destacan Picnic (1952) y El cementerio de automóviles (1959).
El Teatro Español a partir de 1975: Heterogeneidad y Renovación
El panorama del teatro español en los últimos años del siglo XX y principios del XXI es heterogéneo: además de continuar escribiendo autores consagrados, aparecen autores nuevos, a la par que se recuperan obras de grandes figuras del pasado, como Lorca y Valle-Inclán, o de los dramaturgos de los Siglos de Oro en los montajes de la Compañía de Teatro Clásico.
Destaca la corriente del teatro neorrealista, con obras bien construidas que desarrollan temas de actualidad: la droga, el paro, los problemas juveniles, la delincuencia. Aparece un nuevo costumbrismo de tono irónico.
Entre los dramaturgos, podemos señalar a:
- Fermín Cabal: Esta noche, gran velada: Kid Peña contra Alarcón por el título europeo (1983).
- Ignacio Amestoy: Ederra.
- José Sanchís Sinisterra: ¡Ay Carmela! (1987), El lector por horas.
- José Luis Alonso de Santos: La estanquera de Vallecas (1981), Bajarse al moro (1985).
- Adolfo Marsillach: Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? (1981).
- Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano (1982).
- Francisco Nieva: Escribe teatro de alto contenido intelectual en el que se da gran importancia a la puesta en escena. Sus obras están concebidas como grandes espectáculos, como Pelo de tormenta.
En torno al final de la dictadura de Franco (1975) aparecen varios grupos y compañías independientes: El Joglars, Los Goliardos, Tábano, Dagoll Dagom, Els Comediants, que conciben el teatro como espectáculo total, con lo que disminuye la importancia del texto y la presencia del autor tradicional, y aumenta la importancia de los elementos del montaje.
También fueron accediendo a las carteleras algunas obras de autores del exilio y otras prohibidas años atrás. Hubo una proliferación de festivales de teatro y las representaciones se ajustaron para acercar el teatro a un público joven.