Teatro alegórico

La obra teatral de Buero Vallejo


Dedicamos un apartado especial a este dramaturgo, el más significativo de la segunda mitad del Siglo XX. En 1949 recibe el Premio Lope de Vega con Historia de una escalera, lo que le permite estrenar su primera obra y convertirse en dramaturgo imprescindible en la escena española. Su labor teatral fue reconocida en 1986 con el Premio Cervantes.
En su teatro son recurrentes los temas de la libertad, la justicia y la verdad, así como la presencia de personajes con limitaciones físicas (dramas de ciegos), la profundización en aspectos interiores como la soledad, la felicidad, la frustración, la hipocresía, el amor… considerados todos como problemas humanos universales, aunque en ocasiones estos problemas queden encarnadas en personajes históricos concretos; sus obras no están exentas de carga crítica o testimonial. Y, aun con estos rasgos comunes, podemos distinguir varias etapas en su obra dramática:

Teatro existencial: en la década de los 50, con obras como Historia de una escalera (el drama de la frustración, de las familias humildes atrapadas en un mundo sin escape, cíclico, que se repite generación tras generación; En la ardiente oscuridad, La tejedora de sueños, Hoy es fiesta, con una mayor carga crítica.
– Dramas históricos: con la publicación en 1958 de Un soñador para un pueblo. La ambientación histórica es un recurso para superar la censura. La crítica social se intensifica en obras como Las Meninas (cuyo protagonista es Velásquez), El concierto de San Ovidio (ambientada en Francia, antes de la Revolución francesa), y El sueño de la razón (con la figura histórica de Goya). Una de las últimas obras de esta etapa y una de las más alabadas por la crítica es El tragaluz, que revive una acción traumática para una familia durante una Guerra Civil.
– En su última etapa Buero conjuga el existencialismo y lo social conciliándolo con un deseo de renovación formal: La llegada de los dioses y La Fundación son ejemplos destacados de este período, con la novedad técnica que suponen los denominados efectos de inmersión.

3.- Nuevas formas de expresión dramática. Durante los años 60 y 70 la tímida apertura franquista permite la entrada de corrientes europeas, importantes no solo por sus contenidos sino también por las técnicas de puesta en escena. Ahora se concibe el teatro como un espectáculo total, pues incorpora técnicas de otras artes como la danza, el cine o el circo, rompíéndose a veces la barrea espectador-actor.
El teatro social continúa en los 60, pero comienza la búsqueda de una renovación siguiendo dos líneas de teatro diferenciadas que originarán los variados caminos del teatro posterior europeo y español.A partir de estos dos renovadores se originarán en Europa corrientes como el teatro del absurdo (Ionesco con La cantante calva o La lección Y Samuel Beckett con Esperando a Godot).
En España, a partir de los años 60, podemos incluir las siguientes tendencias:

– Los vanguardistas, herederos del teatro del absurdo y la crueldad: 
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Francisco Nieva

Usa un lenguaje culto con capacidad irónica y gran imaginación. Estructuralmente sus obras son piezas cortas, divididas en secuencias, destacables por su puesta en escena. Él mismo clasifica su obra según los diversos enfoques temáticos en teatro furioso, teatro de farsa y calamidad y teatro de crónica y estampa,. Destacamos su obra Pelo de tormenta. 
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Fernando Arrabal, quien se exilia y produce en Francia obras muy en la línea del teatro del absurdo, evolucionando hasta el teatro pánico, nombre procedente del Dios Pan, representante de la fiesta y lo irracional conciliando lo absurdo con lo cruel y lo irónico. Desde 1967 su teatro cobra tonos más políticos con obras como Pic-Nic, El triciclo o El cementerio de automóviles.
– Los simbolistas, intentan contraponerse a las obras realistas mediante un simbolismo de tono universal. Recordamos a José Ruibal. Luis Riaza, Miguel Romero Esteo…
– Continuadores de la comedia burguesa, representa un teatro inmovilista que repite esquemas del pasado ,alejados de las circunstancias de esos años, pero con gran éxito comercial. Entre ellos nombres tan conocidos como Alfonso Paso, Jaime de Armiñán o Juan José Alonso Millán.
Finalmente, nos referiremos a autores que no se ciñen al texto únicamente para hacer su teatro o espectáculo; son grupos de actores organizados que recorren los pueblos con pocos medios, entre ellos Els joglars, Los Goliardos, La fura dels Baus… Estos grupos aúnan dos corrientes: la experimental y la corriente popular, con temas vivos, de gran carga social y que exigen la participación del público con un nuevo lenguaje escénico alejado de planteamientos burgueses.

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