La Novela Española en la Posguerra y el Siglo XX
Los Años 40: Posguerra y Narrativa del Exilio
La narrativa de la posguerra se divide en dos vertientes: la del exilio y la del interior.
Narrativa del exilio: Los autores desterrados reflejan la añoranza por la España perdida, con una temática variada. Predominan las memorias y autobiografías, como La arboleda perdida de Rafael Alberti. Otros autores destacados son:
- Max Aub: Campo francés
- Ramón J. Sender: Crónica del Alba (1942-1946), Réquiem por un campesino español (1953)
- Francisco Ayala: Los usurpadores (1949)
- Rosa Chacel: Memorias de Leticia Valle (1945)
- Arturo Barea: La forja de un rebelde (1940-1945)
Narrativa del interior: La guerra civil, la censura y el exilio de escritores como Unamuno y Valle-Inclán obligan a crear una nueva tradición novelística. Esta retoma el realismo de Galdós o Baroja, rompiendo con el vanguardismo anterior. Se observan tres tendencias, todas con una visión pesimista y existencial:
- Ideológica: Auspiciada por el régimen, glorifica a los vencedores y demoniza a los vencidos. Ejemplo: Javier Mariño (1943) de Gonzalo Torrente Ballester.
- Realista clásica: Retrata la vida burguesa, con extensos argumentos y largos periodos de tiempo (novela río). Ejemplo: Mariona Rebull (1943) de Ignacio Agustí.
- De humor y fantasía: Crea mundos imaginarios para evadir la dura realidad. Ejemplo: El bosque animado (1943) de Wenceslao Fernández Flórez.
Paralelamente, surge una renovación con La familia de Pascual Duarte (1944) de Camilo José Cela, que inaugura el tremendismo, caracterizado por su crudeza al mostrar los aspectos más sórdidos de la realidad. Otras obras renovadoras son:
- Nada (1945) de Carmen Laforet: Con tintes autobiográficos, explora la desolación psicológica.
- Los Abel (1948) de Ana María Matute: Combina lirismo y neorrealismo exacerbado.
Los Años 50: La Novela Social
Camilo José Cela, con La Colmena (1951), renueva la novela, denunciando la realidad social española desde el realismo crítico. Esta obra, con protagonista colectivo, influye en los autores de los 60. Miguel Delibes, con El camino (1950), también se inscribe en el realismo crítico, ambientado en el ámbito rural y con niños como protagonistas. Rafael Sánchez Ferlosio, con El Jarama (1955), introduce el realismo objetivista, donde el narrador presenta los hechos con objetividad, reproduciendo diálogos sin comentarios personales.
El Cuento en los Años 50: El cuento experimenta un gran desarrollo, participando del realismo social. Destacan Medardo Fraile (Con los días contados, 1954), Carmen Martín Gaite (Las ataduras, 1960) y Ana María Matute (Caballito loco, 1961).
Los Años 60: Renovación de la Novela
La renovación se nutre de modelos europeos y norteamericanos (Kafka, Proust, Joyce) y de la novela hispanoamericana (Vargas Llosa, Cortázar). Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín-Santos rompe con el realismo social, introduciendo el «realismo dialéctico» con técnicas como el monólogo interior, la segunda persona y el estilo indirecto libre.
Características de la Novela Experimental:
- Desaparición del narrador omnisciente.
- Perspectivismo.
- Relegación del argumento a favor de la anécdota.
- Finales abiertos.
- Estructura en secuencias, no capítulos.
- Técnicas de contrapunto y caleidoscopio.
- Ruptura temporal (prolepsis y analepsis).
- Protagonista en conflicto.
- Monólogo interior.
- Intervención del narrador (sátira, parodia).
- Riqueza lingüística, neologismos.
- Difuminación de la frontera entre prosa y verso, desaparición de la puntuación.
- Importancia de lo visual.
Periodo Predemocrático (1970-1975)
Se cierra la posguerra, aunque la guerra civil sigue presente en la literatura. La censura se relaja, y la influencia de la nouveau roman, el boom hispanoamericano y el contacto con novelistas exiliados favorecen la experimentación. Destaca Una meditación (1970) y Un viaje de invierno (1972) de Juan Benet. Posteriormente, se retorna a una estructura más tradicional, con mayor interés en la trama. Surgen diversas tendencias: novela policíaca, de aventuras, de intriga, costumbrista, fantástica, de amor, negra, etc. Entre los autores destacados está Eduardo Mendoza.
La Novela Anterior a 1939
La narrativa anterior a 1939 se articula en tres generaciones: la del 98, el Novecentismo y la del 27.
La Novela de la Generación del 98
En 1902, autores como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán inician un camino con estos rasgos:
- Denuncia de los males de España (caciquismo, hambre, ignorancia).
- Pesimismo ante la situación histórica (desastre colonial de 1898) y la decadencia de valores.
- Influencia filosófica (existencialismo de Kierkegaard y Schopenhauer).
- El dolor de España y Castilla como símbolo de patriotismo.
- Renovación estética:
- Subjetivismo o antirrealismo.
- Concepción totalizadora (la novela como género multiforme).
Miguel de Unamuno (1864-1936)
Acuñó el término «nivola». Usó la novela para reflexionar sobre la religión, la vida, la muerte y la conciencia. Interviene en el relato, dialoga con los personajes y el lector. Obras destacadas: Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921), San Manuel Bueno, mártir (1930).
Ramón del Valle-Inclán (1866-1936)
Dos estilos: modernismo y esperpento. Obras modernistas: Sonatas (Otoño, 1902; Estío, 1905; Primavera, 1904; Invierno, 1905), La guerra carlista (1908-1909). Obra esperpéntica: Tirano Banderas (1926). Ruedo ibérico (1927-1932) refleja la historia de España desde Isabel II hasta el desastre del 98.
Azorín (José Martínez Ruiz) (1873-1967)
Novela impresionista, fragmentada en instantáneas. Obras: La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo, Don Juan (1922), Doña Inés (1925).
Pío Baroja (1872-1956)
Características:
- Novelas centradas en un personaje.
- Abundancia de acción y diálogos.
- Presencia del narrador.
- Descripciones impresionistas.
Producción narrativa organizada en trilogías. Etapas: Primera (1900-1912, trilogías), Segunda (1913-1936, Memorias de un hombre de acción), Tercera (1939-1956, Desde la última vuelta del camino).
Novela Novecentista (Generación del 14)
Autores como Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró introducen novedades en la novela. Ramón Gómez de la Serna influye más en la poesía. Superan los patrones narrativos anteriores.
Gabriel Miró
Obras destacadas: Nuestro Padre San Daniel (1921), El obispo leproso (1926), Las cerezas del cementerio (1910), El abuelo del rey (1915).
Ramón Pérez de Ayala
Primeras novelas autobiográficas: Tinieblas en las cumbres (1907), A.M.D.G. (1910), La pata de la raposa (1912), Trotteras y danzaderas (1913). Novelas intelectuales en los años veinte: Belarmino y Apolonio (1921), Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Predomina el tono reflexivo, la ironía y el perspectivismo.
Ramón Gómez de la Serna
Base de su producción: la greguería. Novelas que rompen moldes: El torero Caracho (1927), El Novelista (1924), El doctor inverosímil (1921).
La Novela hacia 1927
Dos grupos de autores: novelistas republicanos exiliados (Benjamín Jarnés, Juan Chabás, Rosa Chacel, Juan José Domenchina, Max Aub, Francisco Ayala), que practican una novela en línea con el «arte deshumanizado» de Ortega y Gasset; y el «nuevo romanticismo», con novela social comprometida (José Díaz Fernández, Ramón J. Sender, César Mª Arconada).